miércoles, 11 de junio de 2014

Éxodo


Nunca conté esta historia tal y como fue, no sé si por miedo o por respeto a mi amigo, sin embargo hay cosas que no se pueden ocultar mucho tiempo y ya no soporto la idea de tener que pensar en lo ocurrido sin el consejo de alguien.
Fernando, mi amigo, era algo raro cosa que mucho no me preocupaba. Tenía un altillo donde pasaba la mayor parte del día, prácticamente no salía a la calle y si lo hacía debíamos insistir demasiado, pero últimamente ni del altillo salía. Obviamente su guarida ( como le llamaba él al ático ) era más que grande, tenía todo tipos de libros, un buen sillón ( donde últimamente dormía), televisión, buena música y un cuarto adjunto más pequeño, en el cual preparaba productos químicos de todo tipo, era bueno en eso, y que su hermano solía vender, claro Fernando casi ni salía. Era buen cristiano, pero rara vez iba a una iglesia, recuerdo haber ido alguna que otra peregrinación con él, pero ya de esto habían pasado muchos años cuando no permanecía encerrado en su guarida. Otras cosas que me sorprendían era la forma de cerrar las puertas, giraba la llave, volvía hacerlo en dirección contraria para abrir y luego la volvía a cerrar, también cuando salía del altillo, que si lo hacía era para comer con su familia, apagaba las luces y se quedaba un instante observando, según él por si se prendían solas.
Nosotros, sus amigos, no nos preocupábamos  mucho por eso, era nuestro amigo y lo queríamos tal y como era, si hablábamos del tema era en forma graciosa. Creo que todos alguna vez conocimos a alguien con cosas raras, algún tic por ejemplo, también teníamos con fer un amigo en común que no cruzaba a la vereda de enfrente de su casa, Javier se llamaba, más de diez años que no pasaba por la vereda de enfrente y si le preguntabas por qué, no sabía, decía que no pensaba en eso, que lo hacía por instinto y sin ninguna razón aparente, cuando llegaba a la cuadra cruzaba. Más de diez años sin ir por la vereda de enfrente, eso no me preocupaba mucho, solo que a cualquiera le daría que pensar, Javier mucho tampoco se preocupaba « un día de estos me cruzo y todo seguirá igual » solía decir.
El invierno había pasado dejando mucho frío, tal vez con las temperaturas más bajas de los últimos años, esto me favoreció muchísimo, ya que tengo con mi padre una empresa textil y gracias al frío de ese año vendimos muchísimo. Llegado el verano decidí alquilar una casa toda la temporada, conociendo la fascinación que fer tenía por el mar, lo convencí para que se viniera conmigo, me costó bastante pero como yo correría con todos los gastos termino aceptando.
Los primeros días fueron los mejores, otros amigos habían venido, y fer parecía otra persona, más parecido al de años atrás cuando no estaba permanentemente encerrado. Más aún cuando estábamos en la playa, su ánimo era hasta superior al mío, me sentí muy contento de haberlo traído, el mar lo hacía sentir libre y lo demostraba.
No les contaría esta historia si todo fuese color de rosas, el problema comenzó más o menos un mes después, nuestros otros amigos regresaron a sus casas, pues debían volver a sus respectivos trabajos, fer y yo estábamos solos, mi ánimo había descendido un poco, pero por el solo hecho de estar de vacaciones y que días atrás, cuando mis otros amigos todavía no se habían marchado, no teníamos respiro, dormíamos poco, después a la playa, luego al baile y casi sin dormir al mar otra vez. Era hora de descansar un poco nos quedaban muchos días aun y solo con fer decidí que era momento de tranquilizarse.
Mi amigo ya no era el mismo que unos días atrás no paraba de reírse, algo lo estaba atemorizando. El mar ya no lo ponía alegre sino todo lo contrario, ahora estaba triste, recuerdo como empezó todo, un atardecer frente al mar poco antes de que volvamos a la casa, mirábamos hipnotizados como las olas rompían frente a nosotros, fer quebró el silencio y me dijo:
--- todavía veo los caballos---
--- ¿ que dices ? pregunte sorprendido.
--- ¿no recuerdas? siempre que miro el mar veo cientos de caballos, algunos con sus jinetes, otros con carruajes, enfurecidos guerreros tratando de cruzar el océano, siempre me pareció hermoso lo que veía pero ahora me causan temor, aunque no puedo dejar de mirarlos, cada vez lo soporto menos, tengo miedo.---

De a poco comencé a recordar, cuando éramos niños  nuestros padres veraneaban juntos y recuerdo que una vez me había comentado cuando estábamos en la playa, lo que veía, los guerreros con sus espadas y sus arcos, montados a caballo, blancos como la espuma, cayendo y subiendo junto a las olas, también cuando veía una foto del mar estaban los jinetes del mar, esto era mas que extraño, el mar podría causar un efecto óptico con el cual creaba estas imágenes ante los ojos de mi amigo, pero ¿ como podría ocurrir esto en una foto ?
---Si, lo recuerdo, nunca pensé que esto te seguía ocurriendo, creí que solo era una fantasía de tu niñez--- le conteste.
Sus ojos seguían clavados en el mar, de repente le empezaron a suceder cosas, comenzó a temblar, luego empezó a girar su cabeza en todas las direcciones, al mismo tiempo con sus manos se golpeaba como si algo lo molestara.
----¿ que pasa fer, que te pasa? comencé a gritar.
----¡¡¡ los mosquitos, están por todas partes, salen de la arena, ayúdame, me pican, me pican, ayúdame!!! Mientras pedía a gritos que lo ayudara, lo puse de pie y lo saque de la playa, corrimos hasta la avenida, en realidad el que corría era él, yo solo lo seguía. Una vez fuera de la playa lo alcancé y le pregunte que sucedía
--- ¿ qué es lo que te ocurre, no hay ningún mosquito? ¿fer, fer? contéstame!!!.
Nunca me contesto porque cayó al suelo, traté de hacerlo reaccionar pero no hubo caso; tenía la temperatura alta y su rostro estaba lleno de picaduras, en ese momento pensé que se había lastimado con sus propias manos. Pare un taxi justo cuando se largó una fuerte lluvia, lo subí con la ayuda del chofer y nos llevo a la casa que había alquilado.  Al llegar llamé a una ambulancia, pero tardo casi dos horas en llegar. Fer seguía con fiebre cuando llegaron los enfermeros.
---¿ por estos lugares siempre son tan rápidos? me queje
--- discúlpenos señor, solemos ser más rápidos, pero hasta hace un rato caían granizos y nos resulto imposible llegar antes, el tiempo está loco ahora hay pleno sol!!--- me contesto. Miro a fer que estaba acostado en la cama y me pregunto que le había ocurrido.
--- en realidad no sé, estaba junto a él cuando de repente se empezó a golpearse así mismo, diciendo que unos mosquitos lo picaban---le respondí, creó que mucho no me creyó, aunque no me interesaba lo que él pensaba, solo quería que me dijera que le ocurría a mi amigo.
Luego lo examino un poco, le aplicó una inyección para que le bajara la temperatura, me dejó unos calmantes y me aconsejó que en cuanto pudiera lo llevara al hospital. Le pagué al enfermero y se fue.
A la media hora ya estaba mejor, había bajado su calor corporal, la picazón que tenía en su rostro desapareció casi misteriosamente, por fin abrió los ojos.
---Estas bien? será mejor que te lleve a un hospital--- me miró y contestó:
---Un hospital no servirá de nada--- hizo una pequeña pausa y continuó--- sólo necesito ser libre, pero los hombre a caballo están detrás de nosotros---
---te traeré un poco de agua--- dije y me dirigí a la cocina
No había caso, necesitaba un hospital urgente, pero siquiátrico. Comencé a lamentar el día que se me ocurrió traerlo de vacaciones. No podía entender como haber estado tanto tiempo cerca del mar lo había alterado de este modo.
Volví a la habitación, ahí estaba, asustado como nunca lo había visto, « no debí sacarlo de su altillo» me dije. Nunca miraba un punto fijo, giraba su cabeza constantemente, ni siquiera podía detenerse a mirarme un segundo, tampoco me pregunto que le había ocurrido, simplemente estaba ahí, alterado aparentemente por sus visiones en el mar. Me senté en la cama junto a él.
--- Toma un poco de agua, te sentirás mejor---le dije mientras le alcanzaba el vaso. Lo tomo con ambas manos y comenzó a beber, pero enseguida escupió el agua.----¡Sangre!--- grito y arrojo el vaso. Después sobre la cama empezó a retorcerse, se agarraba el estómago y gritaba del dolor---mi estómago, mi estómago!!.---- Recuerdo que no pude sostenerlo, su fuerza era abismal, me arrojo dos veces al piso. No tenía idea de lo que sucedía, fue cuando cometí el peor error de todos. Corrí hacia la cocina, tomé el teléfono, llame al hospital y trate de explicar lo que ocurría, por suerte la ambulancia no se encontraba muy lejos y me comunicaron que pronto llegarían. Fue cuando volví a la habitación que descubrí lo peor, parte del marco de la puerta estaba ensangrentada, mi amigo yacía tirado detrás de la puerta y una de sus muñecas sangraba con una herida que iba de lado a lado.
En ese momento entraron los enfermeros, que ingresaron gracias a que había dejado la puerta abierta. Vendaron rápido su muñeca, le aplicaron una inyección que lo adormecería por un par de horas y lo volvimos a acostar en la cama.
---¿ por qué lo hiciste, que es lo que te sucede? le pregunte mientras lo cubría con una manta
--- Así no entrara la peste, la peste!--- el calmante causó efecto, cerro los ojos y durmió por horas.
El enfermero se acerco a mi.
--- tenemos otra urgencia, cerca de aquí, su amigo dormirá por un par de horas, luego vendremos por él--- me dijo mientras se retiraba.
---¡Oiga!, no puede irse, intento matarse y hasta hace un rato tuvo un fuerte dolor de estómago como si tuviera una ulcera, debe llevarle a un hospital.--- le dije mientras lo tomaba del brazo
--- No se preocupe, ya le dije que dormirá por un largo rato, llegamos justo a tiempo y casi no perdió sangre, quédese tranquilo, el problema de su amigo es mental, vigílelo bien hasta que regresemos. Si llega a despertar y aun no hubiésemos llegado, vuelva a llamar al hospital para que le manden otra ambulancia---- luego se soltó de mi mano y se marchó a paso veloz. Dejarlo ir fue mi segundo error.

Me maldije una y otra vez por haberlo sacado de su guarida, estaba agotado y no conseguía calmar mi mente, buscaba una respuesta (que no iba a encontrar), algún punto que me explicara porque había comenzado todo este desastre.
Lleve un sillón del comedor hasta la habitación, lo coloque junto a la cama y me quede observando a Fernando. Todo sería distinto, ya no podía ver a mi viejo amigo en su rostro. Creo que soñaba y pienso que nada bueno, parecía aturdido sin dejar de mover su cabeza. Luego se tranquilizo, al igual que a mí, el cansancio me estaba venciendo. A pesar de los café que había tomado caí abatido, en realidad jamás un café me mantuvo despierto ni prolongo el tiempo en caer dormido, así fue que de todos los errores que cometí ese día, que nunca me perdonaré, es haberme dormido en el sillón.   
Desperté helado, temblando del frío, tenía los pies mojados por la lluvia que nos atrapo antes de subir al taxi, me levante dolorido de los pies al cuello, ---una ducha bien caliente me hará bien --- me dije; fue cuando me dirigía hacia el baño que percibí el horror, --- desapareció!!!--- grite. Lo busque por toda la casa pero no había señal de él. Corrí a la terraza, el único lugar que me quedaba  por mirar « se quiere tirar » pensé, otra vez me equivoque ya que no había señal de él. Me acerque a la cornisa con esperanza de verlo por la calle. A lo lejos divise un hombre con una bata blanca, como la que los enfermeros le pusieron a mi amigo antes de acostarlo, tenía que ser él. Caminaba por la arena, a un poco más de dos cuadras de la casa se encontraba un playa, no era publica y estaba descuidada, nunca fuimos allí. Ahora Fernando caminaba en sus frías arenas y se estaba internando en el mar.
Salí tan rápido como pude, en el instante que salía vi llegar a la ambulancia. --- Ayúdenme, ayúdenme!!--- Grite varias veces mientras corría hacia ellos--- está en la playa, se quiere ahogar!!!---.
---como ocurrió eso!--- grito enfurecido pero yo ya estaba corriendo hacia la playa. El enfermero, subió a la ambulancia, hacia la playa fue, paso a toda velocidad por al lado mío, seguí corriendo mientras veía frenar la ambulancia en la arena y ver a los enfermeros correr al mar. No pude ver más, la playa tenía una pequeña caída que no me permitía ver más hasta no llegar a la arena.
Por fin llegue, estaba exhausto y sin aire, en cuanto pude ver algo frena a respirar, me apoye en mis rodillas para no caerme, levante mi vista y lo vi, sin duda era Fernando. Caminaba mar adentro, lo extraño era que se había internado en el mar un trecho bastante largo y sin embargo el agua no le  llegaba a las rodillas. Los enfermeros sin dejar de correr se quitaron las alpargatas y se arrojaron al mar, uno de ellos antes de hacerlo, miró hacia atrás, me vio y grito que trajera la camilla de la ambulancia. Nunca lo entendí pero mientras los pobres hombres nadaban con un esfuerzo descomunal, mi amigo seguía con el agua a la altura de los pies.
Tome la camilla, corrí a la orilla cuando descubrí aliviado que a nado traían a fer, a salvo, él parecía desmayado, lo acostaron en la camilla.--- ¿ trago agua ?--- pregunte impaciente « ni una gota » respondió una de ellos. Ambos levantaron los extremos de la camilla, tomé a mi amigo de la mano, estaba helado y temblaba mucho. Ha paso veloz fuimos a la ambulancia, un enfermero y yo nos quedamos atrás con fer, él otro tomo las riendas del carro, prendió la sirena y salimos patinando de la arena hacia el hospital.
Porque, porque repetí una y otra vez sin dejar de soltarle la mano, pareció escucharme, entre abrió los ojos, me miró y en su cara había una expresión de felicidad como jamás le vi. Intentaba decir algo y a pesar de la prohibición del enfermero, le quite el respirador.
---dime--- dije mientras acercaba mi oído a su boca
---Soy libre, los caballos se fueron--- hablo casi susurrando y lento, hizo una pausa y hablo otra vez---cruzamos el mar, ellos no, las aguas se cerraron y se ahogaron, somos libres, soy libre. Estoy feliz ya no me oprimirán más, los jinetes del mar se fueron pare siempre!--- no habló más, sonrió por última vez, mire al enfermero --- lo siento--- dijo.
Su rostro irradiaba felicidad y paz, le cerré los ojos. Su cara de repente pareció avejentarse, al igual que sus manos, la cual una aun sostenía, eran manos de un hombre que trabajo la tierra o que levantó piedras durante años, hoy creo que solo fue una ilusión mía.

Ya pasaron tres meses del funeral que los pocos amigos que tuvo y sus familiares le hicimos.
Estaba sentado frente a Javier, en su casa. Estuvimos hablando largo rato, nos veíamos poco, por eso siempre había de que hablar. De Fernando no hablamos, nunca lo hacíamos. Luego nos quedamos callados, ninguno dijo nada, creo que él al igual que yo pensaba en nuestro viejo amigo. Después rompió el silencio.
--- Lo voy a extrañar--- dijo mientras miraba perdido algún sector de la casa.---Todos lo haremos--- respondí.
Me acompaño a la puerta---vuelve pronto, no te tomes tanto tiempo--- decía mientras me abría la puerta
--- Nunca me voy, los amigo no tienen distancia--- nos abrazamos y me fui. Cuando cerró la puerta me detuve. Mire la vereda de enfrente, la cual Javier no la caminaba desde chico. Seguí inmóvil parado ahí, con la vista fija sin mirar nada. Todo lo ocurrido estos últimos meses pasó frente a mí en unos segundo, mientras pensaba percibía la soledad del lugar.
¿ Que encerraba fer en sus palabras, que había en el pasado de su vida que lo mantenía preso? Tal vez pensamientos de vidas anteriores, no lo sé. Siempre intente enterrar un doloroso pasado, en vez de aceptarlo y entenderlo, creo que mucha gente lo hace.

« Si aprendiéramos de nuestro pasado; quizás así podríamos cruzar a la vereda de enfrente » comencé a caminar, me alejé lentamente y ya nunca más volví. 

lunes, 26 de mayo de 2014

Roles


¡¡¡Este Cuento a sido publicado en la Revista Oblogo N°34!!!


Roles.

La sensación al despertarse no fue la habitual, se sentía algo agitada, con los ojos puestos en la nada, como buscando hacer más presente ese extraño sueño, tan extraño que intercalaba sensaciones de placer y miedo.
Era más temprano de lo habitual, así que se tomo el tiempo necesario para ducharse y acomodar sus cosas para el trabajo. Preparo el desayuno y despertó a su marido pues ambos trabajaban juntos y no solían llegar tarde.
Él se sorprendió de tan nutrido desayuno, no solían plantar semejante banquete durante las mañanas. Incluso se pusieron hablar ambos de buen humor hasta que ella confeso su sueño, como solía hacer, salvo que este tenía algo de especial.
--- un sueño erótico??? --- sonrió él.
--- con alguien que no conozco, pero sentí que si lo conocía, era como estar con vos, la sensación fue tan real!!--- dijo ella sin pudor, pero con algo de timidez.
El tema no pasó más de aquella simple charla, por un tiempo sin saber porque aquel sueño se hacía presente en su mente y la distraía, quien sería? Se preguntaba a diario, me lo cruzare algún día? Un amor de otra vida tal vez? Muchas eran las preguntas, las fantasías que podían suscitarse, y sabía que no tendrían respuesta.
Con el tiempo el tema se olvido, ya no hubo otros sueños eróticos, ni nada que recordase aquel fantasma y sin que ella lo supiera, algo andaba mal en su interior, algo le faltaba. Sentía un vacío inexplicable, tenía todo lo que quería y sin embargo su corazón parecía ahogarse, comprimirse, como si le costara respirar por momentos.
Mucho tiempo después descubriría que aún estaba latente aquel sueño.
Un día cualquiera, su marido salía por primera vez en un canal de cable, dando una charla sobre música digital, no pudo acompañarlo, pues una gripe la había obligado a quedarse en su casa, en su guarida. Consulto su correo electrónico, se escribió con algún amigo de acá, otro de allá, hasta que sonó el teléfono y se alejo de la PC. Su madre, cumplió con el rito de escuchar sin prestar mucha atención, y mientras conversaba encendió la tele. Había pasado unos cuantos canales buscando a su pareja cuando algo la sorprendió, no podía
creerlo, estuvo mirando fijamente el televisor quizás por 10 minutos, hasta que los gritos de su madre la sacaron del shok --- má tengo que colgarte, después te llamo--.
Aquel sueño se había echo presente, él estaba ahí, en aquel canal, hablando en un reportaje, explicando sus teorías sin saber que una mujer lo reconocía del otro lado. Se quedo observando el reportaje que era extenso, no entendió muy bien que hacía o porque lo entrevistaban, solo quería estar segura de que era él, el hombre de su sueño!!! Después de un rato tomo la decisión y se fue para el canal, detrás de la puerta sonaba el teléfono y nadie contestaba.
Esperó detrás de una baya durante un tiempo largo, quizás unas 20 personas hacían lo mismo, aunque no todas esperaban las mismas personas, ni tampoco estaban ahí p
or un sueño erótico.
Cuándo apareció no tuvo dudas, era ¡él!, aquel personaje de su sueño, era sorprendente haber soñado con alguien que no conocía. Se quedo inmóvil dejándolo pasar sabiendo que solo sería para ella un sueño, que quizás con el tiempo llegaría a creer que nada de eso existió.
Algún periodista lo abordo en preguntas y lo detuvo, mientras avanzaba contestaba algunas preguntas, tratando de huir de una situación que no acostumbraba, ella creyó ver que él la miró, se quedo helada, fue cuando sintió un tirón en su brazo y la alejo del lugar subiéndola rápidamente a un taxi.
--- qué haces aquí???—pregunto sin prestar atención y observando el camino que tomaba el taxista.
--- ya no soportaba más, no veo la hora de llegar a casa, estas bien?--- ella no contestó nada, seguía helada, mirándolo tímidamente por momentos, sin embargo n
o tenía miedo, sentía paz, y empezó a sentir que su mundo se llenaba.
El viaje fue corto, aunque no para ella, bajaron del taxi y lo siguió como imantada. Él entró y casi no le presto atención, mientras acomodaba sus cosas, preparo la ducha y decía cosas al aire, quizás para ella, sin saber que no lo escuchaba.
Se quedo inmóvil en el living, ni un solo paso de más dio después de que entro, sus ojos orbitaban la habitación, donde era ajena, pero que no lo sentía así.
Él la despertó de su letargo tomándola por la espalda, aun seguía un poco mojado y con la toalla en la cintura.
--- otra vez explorando el universo?? Como puedes ser tan cíclica!!!--- le dijo resignado pero tranquilo, como si la conociera. La beso y le acaricio el pelo --- fuiste a la peluquería??, Vamos a estrenarlo!!--- la llevo hasta el cuarto continuo mientras un gato salía disparado de la cama creyendo que recibiría un castigo.
--- que hermosa eres, aun sigo sorprendiéndome--- le dijo mientras comenzó a besarla, casi sin darse cuenta se dejó llevar, sus caricias la adormecían, la liberaban, su piel se erizo y sintió vergüenza, sus ojos se encontraron y se miraron fijamente un largo tiempo, después todo fue amor, caricias, perfume, sueños, pasión, éxtasis, no había palab
ras, solo el silencios y la paz que ejerce una puesta de sol, el sonido del mar o una brisa acariciando el rostro.
Cuando despertó él ya no estaba, una nota decía ...“ Tengo trabajo, nos vemos a la noche, gracias por re descubrirnos cada día. Te amo!”...
Comenzó a salir de aquel transe, de ese éxtasis inicial, había pasado una noche con un total desconocido, no había dicho una sola palabra y sin embargo se sentía completa, sin duda había pasado la noche más maravillosa de su vida.
Después de un baño mientras buscaba un secador de pelo casi se cae de bruces al piso, ella y él estaban en un retrato, no podía ser se dijo, luego descubrió más fotos, álbumes enteros. Pero sabía que no era ella, sin embargo no había otra explicación. Tomo su ropa y se largo, algo andaba mal y sintió otra vez nostalgia por volver a su guarida. Aqu
el viaje de regreso fue tumultuoso, su mente era un huracán de pensamiento, estaba pálida y creyó que enloquecería. Aun no sabía lo que le esperaba, pues podría haberse vuelto loca realmente en el momento que bajaba del taxi, saliendo de su edificio choco con una mujer tan alterada como ella, y sin embargo sirvió de alivio para comprender que no estaba loca.
Eran idénticas, solo intercambiaron unas
palabras y si se refugiaron en un café. Hablaron de sus sueños de cómo fueron a encontrarse a la salida de un canal. La charla duro aquel día, hablaron de sus vidas, intercambiaron vivencias, rieron y lloraron juntas, incluso buscaron juntas en Internet alguna pista de su parentesco, aunque nada encontraron, no había ningún indicio de posible rasgo sanguíneo que las uniera.
Ya era hora de partir, fueron cerrando la conversación y ambas coincidieron, ya no dejarían de sentirse completas, intercambiaron sus documentos y se prometieron hablarse cuando tuvieran dudas.
Al entrar a la casa la gata salió corriendo de la habitación esperando no ser castigada, la tomo, la miró a los ojos y le dijo --- Ya se tu nombre bonita---

                                                                                                                    Ilustracion: Fede Nessi http://fedenessi.blogspot.com.ar/

viernes, 24 de enero de 2014

La Octava Brisa ( Historia de amor y de odio )


Llegare tan lejos como se pueda...---le dijo. Beso su mano y se marcho sin ser visto. Ella no abrió sus ojos y no volvió a verlo, fue como un sueño, como si él jamas hubiera estado, que solo su imaginación lo hubiera creado... pero el corazón no entiende de ilusiones y lo convierte en desconsuelo y dolor. Entonces quedo ciega, porque por voluntad propia no volvió a abrir sus ojos. "ya no necesito verte, te encontrare en cada lugar, porque te sentiré, aunque no te vea". Así fue que Ertrion partió en busca de lo que los dioses le habían encomendado, sabiendo ella que él ya no volvería, porque veía mas allá, que los ojos o el tiempo, y Nanmarin se echo a descansar y lo espero, aun sabiendo que no vendría.
Ertrion partió, sin ilusiones, con sus ojos quebrantados como la corteza de un árbol. Tratando de recordar aquel sueño que lo había atormentado tanto tiempo, hasta que descubrió que era un llamado, Ertrion había sido designado a una tarea tan grande como la misma existencia. Y no hubo motivo alguno para que fuera él, solo fue elegido, y debió abandonar el amor, para encontrarlo, aunque esto él no lo sabía, pero si Nanmarin, así fue que lo dejo ir... “No vuelvas hasta que lo logres, y eso significa que no volverás" le dijo.... " entonces fracasare?" pregunto...” eso solo tu lo sabrás "... y no lo supo hasta mucho después.
Ertrion llego después de varios meses a Siete Brisas, tres compañeros se sumaron durante esos meses al joven guerrero, ayudado por sus compañeros llegaron a la ansiada ciudad, donde a cada hora el viento soplaba diferente y dicen que muchos contaban las distintas brisas, siete se decía, una por cada susurro de los dioses. La compañía fue recibida con grandes honores, y tan extraño se sintieron que pensaban que así recibían a todos los viajeros.
Fue en el día seis de la sexta brisa después de los vientos silbadores, cuando la compañía escucho la historia para la cual habían sido encomendados, " siete brisas habrán, y en ellas viajaran sueños atrayendo a los nobles... siete serán y partirán en la ultima brisa"
Tres viajeros mas habían llegado en los últimos días sumando a los siete y sin saberlo ya pertenecían a la compañía de los vientos!...
"Lejos de aquí, pero cerca para los vientos, hay una montaña, la más al este de todas, donde nacen todos los aires y todos los sentimientos, la piedra del amor reposa allí, en unos de sus picos. Y cuando los vientos nacen atraviesan al amor y lo reparten por la tierra. Pero el señor oscuro, partió parte de su corazón y lo puso antes que la piedra del amor, y los vientos comenzaron a repartir odio.
En una época se mezclaban, amor y odio, el equilibrio entre la tormenta y la brisa, pero el odio avanza, porque desea poseer, y este mata el amor. Solo un hombre, que conozca el amor, puede tomar la piedra del odio, y su abrazo haría desaparecer el odio… y éste ya no se escucharía en los vientos" Así hablo Cierzo y después concluyo " el hombre que abrase el odio debiera dejar todo su amor, por eso moriría, y pasara a ser parte de la piedra del amor"
Los siete hombres partieron, en la séptima brisa, después del séptimo aire, sin saber quien debería abrazar el odio. Muchas cosas debieron pasar en el viaje, amor y odio había entre ellos, pero aquí no se cuentan sus infortunios, solo se dice que llegaron tres, Ertrion estaba entre ellos, entonces recordó a Nanmarin, y dudo, no soporto la idea de no volverla a ver, y lloró, y sus compañeros con él. Pero el odio es difícil de soportar cuando esta tan cerca, y sus dos compañeros pelearon, y se asesinaron entre ellos, porque el odio los invadió. Entonces Ertrion supo que si no abrazaba el odio, y regresaba con su amada, tarde o temprano lo alcanzaría. Y esta idea lo perturbo, entonces tomo la piedra del odio y la impregno en su pecho. Tanto dolor sintió que antes de morir se arrastro a la piedra del amor y la abrazo. Así murió... y paso a ser parte del amor, junto a un vástago de odio que quedo con él, y desde entonces cuando uno ama demasiado la semilla del odio se hace presente, y enloquece a los que lo sienten.
En los vientos se volvió a escuchar susurros de amor, y alegro los corazones, desde los animales hasta la mas bella flor.
Se dice que la única tristeza la llevaba Nanmarin, que ya no podía abrir los ojos por mas que quisiera, se cuenta que tuvo muchos hombres que buscaron su consuelo, pero ella no podía enamorarse, no podía mirarlos a los ojos. Hasta que un día partió guiada por sus sentidos y nadie sabe a donde, ni nadie lo sabrá jamas. Se cuentan muchas historias sobre Nanmarin, pero la más renombrada dice que un día, más allá de las montañas del este, partió una brisa, pero era distinta a las otras, así la octava brisa nació y llevaba la vos de Ertrion que solo Nanmarin llego a escuchar. Entonces ciega, se guió por el rumor del viento, y la octava brisa la acompaño hasta la montaña del amor, y por fin, la mujer ciega, abrió los ojos y vio a su amado que era el amor mismo, y descubrió que ya no necesitaba ver para encontrarlo, ni para amarlo, entonces cerro otra vez sus ojos... y abrazo al amor...

lunes, 12 de marzo de 2012

Vida

El Sr. Hernández estaba recostado sobre su cama, casi inmóvil, su esposa permanecía a su lado como las ultimas semanas, solo se había ausentado unos segundos para llamar a sus tres hijos. Clara, su cuarta hija, estaba casada con un banquero de la ciudad. En poco menos de una hora llegaría el tren, que la dejaría a no menos de tres kilómetros de la casa de sus padres.
Pedro y Eduardo entraron en la habitación de su padre, sacándose el sombrero y quedándose junto a la puerta.
--- ¿dónde está  Matías ?--- pregunto el Sr. Hernández con un tono fuerte, aunque era evidente que debía hacer un gran esfuerzo para mantener la vos.
--- tranquilo, fue a la estación de tren a buscar a Clara, en unos momentos deberían estar acá.---. Contesto su esposa.
Fue entonces cuando escucho el coche y el relinchar de los caballos, Clara y Matías ya estaban allí.
--- ¿No besaras a tu padre? dijo extendiendo sus brazos hacia su hija. Ella se había quedado paralizada en la puerta, nunca vio a su padre en el estado que se encontraba, trato de disimular su tristeza, sonrió y corrió a su abrazo.
--- Doctor, quisiera estar a solas un momento con mi familia--- dijo el Sr. Hernández.
El doctor hizo un gesto con la cabeza aceptando las peticiones del moribundo, y se retiro al porche de la casa. --- Estaré afuera--- le susurró a la señora Hernández antes de salir.
Todos conocían lo ocurrido, Clara la única que desconocía los hechos, fue puesta al tanto mientras recorrían el trayecto de la estación de tren hasta la casa.
El Sr. Hernández odiaba a su vecino, el Sr. Gómez, siempre existieron peleas entre ellos, pero los últimos meses sé incrementaron debido a que los terrenos de del Sr. Hernández eran frecuentemente violados por el ganado de Gómez.
--- Sí vuelvo a ver a tu ganado en mis tierras, me veré obligado a usar mi escopeta!!--- había advertido varias veces al Sr. Hernández.
Pero su viejo vecino hizo caso omiso de las amenazas, en realidad esto había ocurrido siempre, las cosas cambiaron cuando la  hija menor de Gómez quedo embarazada, y nada menos que de Pedro, el menor de los muchachos del Sr. Hernández. Esta noticia lo enloqueció y gracias a la intervención de su esposa no había cometido una locura. Pedro fue castigado, y por supuesto, tenía totalmente prohibido ver a la hija del Sr. Gómez. El verdadero problema comenzó la semana anterior, cuando el señor Gómez golpeo a la puerta y exigió que Pedro se casara con su hija, pues el embarazo estaba muy avanzado y el niño debía llevar un apellido. Esto enloquecía al señor Hernández, pues algún día parte de sus tierras pertenecerían a su odiado vecino.
Esa tarde la hija de Gómez ya llevaba el apellido Hernández ya que su padre había concurrido acompañado, a la casa de los Hernández con el Comisario, un abogado y el sacerdote del pueblo.
Entonces fue cuando el pobre viejo salió a los tiros, no se sabe bien que quiso hacer, pero después de matar algunas ovejas de Gómez, uno de sus perros saltaron sobre él y se auto disparo. La herida fue demasiado grande como para que resistiera tanto tiempo, aunque el Señor Hernández era un hombre fuerte.
Ya solo con sus hijos, el moribundo, se despidió de todos, salvo de Pedro, a quien le dijo que había arruinado a la familia y que su hijo seria una maldición para todos. Luego cerró los ojos y no volvió a hablar.

No supo cuanto tiempo estuvo así en una especie de limbo, meses, tal vez años, entonces algo lo obligo a abrir los ojos pero no vio mucho ya que una fuerte luz le molestaba dejándolo prácticamente ciego, todo era un resplandor blanco. Luego le pareció ver a alguien con túnicas blancas que lo tomaba y lo sacaba de donde estaba, cerró los ojos porque no soportaba aquella luz y fue cuando escucho a un hombre decir --- La felicito Señora Hernández, es una niña!!--- y ya no recordó más.

jueves, 1 de marzo de 2012

El agua de tu boca

 
 Tu corazón, desierto sin oasis,
 ¿como encontrar un camino hacia él?
 Si mis pasos se cubren de arena, tu viento no cesa
 tu apariencia, tan inmensa que sofoca y te ahoga.
 Seguirte es infinito, tu arena el sol, tu frío
 y me pierdo a cada tormenta, muero..
 me arrastro hacia ti, al agua de tu boca que me salva de morir…
 así sigo, buscándote en cada oasis y no estas.
 Espejismos baratos, con dosis de placer
 para poder seguirte y no enloquecer
 en el desierto de tu amor, tan inmenso, que devora y te roba..
 El tiempo aquí no existe, los oasis tampoco
 solo el agua de tu boca que me salva de morir...
 no conozco la salida ni la busco,
 porque aprendí a sobrevivir, solo,
 del agua de tu boca...

jueves, 2 de febrero de 2012

Bitácora

Día 46 Año 0 - Ciudad Creciente- 

Ella se acurrucó en sus brazos mientras él continuaba con la mirada perdida en la nada...
--- ¿en qué piensas?--- preguntó ella...
--- en ti --- contestó
--- no es cierto --- retrucó la joven
--- si es cierto, no principalmente en ti, también esta nuestro pequeño, todo lo que pienso siempre está incluida tu existencia y la de él, los siento parte mía.
Ella lo abrazó más fuerte y lo beso en el pecho. Ya debían irse, muy despacio y acompañados de caricias se fueron desenredando.
 Se vistieron y volvieron a sentarse en la cama.
Se miraron sin poder despegar la mirada y luego se abrazaron, el amor y la pasión era tal que lograban iluminar la humilde habitación...
Un temblor comenzó a interferir en su pequeño paraíso, las paredes rugían dolor desmoronándose poco a poco.
Corrieron hacia el sótano donde el pequeño de solo un mes se encontraba a salvo.
Todo fue cayendo de apoco y la casa fue sepultada por los escombros.
 
Un tiempo después, cuando la guerra había llegado a su fin y la reconstrucción había comenzado, encontraron los cuerpos casi congelados por el invierno.
 El bebé aun respiraba, incluso sus padres que parecían estar en una especie de coma, acurrucados de forma tal de darle calor al niño.
Cuando tomaron al bebé estaba prendido del pecho de su madre, del cual se había alimentado todo ese tiempo.
En ese momento, cuando retiraron al niño, aquella pareja falleció y el pequeño comenzó a llorar.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Primer Capítulo del libro

Las Semillas de Oro

El libro de Ilex

La noticia esperada



El sol no lograba atravesar las espesas nubes negras que cubrían el extenso valle de Dorsian, la tarde calurosa obligo a los viajeros a refrescarse a orillas del Río Rocoso.
Ilex cargo los odres con agua fresca, bebió un trago y se sentó en un tocón cerca de la orilla. Saco de la mochila un libro que estaba forrado con una especie de pelaje que empezó a cambiar de colores apenas lo tomó. El libro de Ilex era el más antiguo libro de los Kenos, y lo había heredado de su padre uno de los primeros Kenos conocidos. Lo abrió donde marcaba la cinta de color rojo y continúo el relato que había abandonado la noche anterior. Debía escribir todo lo acontecido rápidamente, las últimas noticias eran demasiado importantes como para pasarlas de alto. De repente dejó de escribir y sin moverse trato de escuchar los sonidos de la naturaleza, algo andaba mal, una bandada de pájaros voló de repente entonces Ilex lo supo.


---¡¡¡ Corran!!! El enemigo esta entre nosotros--- gritó el Keno, guardó rápidamente el libro y empezó a correr sin esperar a sus compañeros, su misión era más importante.
Una tropa de los Guardianes de Unsork apareció de sorpresa entre la maleza que bordeaba el bosque, otros montados a caballo y acompañados de unos cuantos lobos salieron al ataque desde el bosque. Los seis compañeros de Ilex tomaron las armas y los enfrentaron, sabían que antes de morir debían darle tiempo al Keno.
--- ¡¡¡Sigan al Keno!!! --- ordeno el jefe de los enemigos y unos tres hombres fueron al asecho seguido de otros tres lobos. Pero rápidamente se desorientaron al perder de vista al Keno que se interno en el bosque, Ilex tenía la cualidad, como casi toda su especie, de mimetizarse con la naturaleza que lo rodeaba, así fue cambiando de color y adaptándose según árbol, planta, flor, roca que cruzaba en la huída. Esta cualidad le daba un poco de invisibilidad pero no del toda, los lobos aun podían olerlo y los jinetes siguieron el rastro que dejaba tras él.
Trepo ágilmente en un árbol, su mediana estatura y su liviano peso lo hacían hábil para trepar en aquellos árboles de extensas ramas. Fue saltando lo más que pudo de rama en rama tratando de avanzar, debía encontrar un lugar donde esconderse. Subió hasta la copa del árbol para divisar mejor el panorama, había que pensar rápido no quedaba mucho tiempo, vio a los soldados perdidos tratando de seguir su pista guiados por los lobos, entonces no muy lejos de él encontró lo que buscaba, una roca no muy común en un bosque.
Se dirigió lo más rápido que pudo avanzando por las ramas, su mochila y ropa iban adaptándose también al color que él tomaba, ya que estaban tejidas con pelo de Keno. Procuro ser más cuidadoso, algunas ramas rotas llamaron la atención de los soldados que retomaron la persecución o por lo menos el rumbo. Llego a la roca y con alegría descubrió lo que esperaba, al correrla debajo se extendía un túnel, los Atarku, más conocidos como los Túneles de Tinkal en honor al rey que los creo, eran una serie de cuevas unidas entre sí que ayudaron a los guerreros Chil-las en su guerra contra los orcos, aunque estaban en desuso aún eran muy útiles para salir de apuros como era el caso de Ilex, eran extremadamente difíciles de encontrar pero el Keno podía reconocerlos fácilmente. Sin dudar empujo la piedra, al tocarla ya había tomado el color de ésta, de repente pareció que la piedra se partía en dos y una mitad desaparecía, era Ilex que logro introducirse al túnel. Volvió a poner la piedra en su lugar y a ciegas avanzo unos metros, entraba casi parado así que tanteando las paredes podía guiarse. Se sentó, hurgó en la mochila buscando el libro y sacó una especie de varita grande y ancha como una vela de color azul, la raspo contra el piso una sola vez y basto para que encendiera. Una luz Azul tenue y alta se posaba sobre ella, pero para asombro de Ilex no desprendía humo alguno y sonrío levemente recordando a su amigo el mago Faramal.
Abrió el libro donde marcaba la pluma, la tomo y comenzó a escribir lo más rápido que pudo, era vital dejar asentada la información que habían conseguido el día anterior, cuando terminó cerró en libro y lo enterró, enseguida tomo el color de la tierra volviéndose invisible para cualquier ojo. Con la pluma en la mano hizo una marca sobre el lugar que desapareció al instante, después clavo la pluma en la tierra y con la vara de luz la incendió, esta se hizo cenizas en segundos y ya sin más que hacer Ilex emprendió la huída tratando de alejarse todo lo que podría, era esencial que el libro no sea encontrado para que los próximos viajeros encuentren esperanza en sus paginas.
Se internó en el túnel, los cascos de los caballos retumbaban sobre él y apuro el paso, se encontró con varios caminos y siguiendo su instinto tomó las bifurcaciones que sus pies le dictaban. De repente el camino se dividía en dos, uno era más pequeño, así que prefirió tomar el más grande donde podría ir más rápido, entonces una espada delante de él, y obstaculizando el camino elegido, atravesó la tierra hiriéndolo en el hombro. Ilex se hecho atrás y quedo tendido en el suelo, mas espadas comenzaron a hundirse en la tierra, habían dado con él y ya no podría librarse, tampoco quería volver ya que corría el riesgo que encontraran el libro, tomó fuerzas y se interno en el túnel mas pequeño.
Un jadeo con sed de sangre retumbo en la cueva, tres lobos penetraron en las Atarku y seguían su rastro de sangre, no tardaron en dar con el Keno que se encontraba acorralado al final del túnel.
Ilex estaba allí, petrificado, mirando fijo a los lobos con ojos penetrantes, pero que a la vez resplandecían con una paz que paralizo a los lobos. Fue entonces cuando la vara de luz se apagó y la oscuridad lo cubrió para siempre.

A muchos kilómetros de Dorsian, parado junto al más poderoso de todos los árboles, se encontraba el mago Faramal, una semilla dorada, un poco más grande que un huevo, cayó del árbol. El mago la tomó y una lágrima azulada le recorrió su larga barba que parecía tener el mismo color. Una noticia esperada, la novena compañía había fracasado.