Nunca conté esta historia tal y como fue,
no sé si por miedo o por respeto a mi amigo, sin embargo hay cosas que no se
pueden ocultar mucho tiempo y ya no soporto la idea de tener que pensar en lo
ocurrido sin el consejo de alguien.
Fernando, mi amigo, era algo raro cosa que mucho no me
preocupaba. Tenía un altillo donde pasaba la mayor parte del día, prácticamente
no salía a la calle y si lo hacía debíamos insistir demasiado, pero últimamente
ni del altillo salía. Obviamente su guarida ( como le llamaba él al ático ) era
más que grande, tenía todo tipos de libros, un buen sillón ( donde últimamente
dormía), televisión, buena música y un cuarto adjunto más pequeño, en el cual
preparaba productos químicos de todo tipo, era bueno en eso, y que su hermano
solía vender, claro Fernando casi ni salía. Era buen cristiano, pero rara vez
iba a una iglesia, recuerdo haber ido alguna que otra peregrinación con él,
pero ya de esto habían pasado muchos años cuando no permanecía encerrado en su
guarida. Otras cosas que me sorprendían era la forma de cerrar las puertas,
giraba la llave, volvía hacerlo en dirección contraria para abrir y luego la
volvía a cerrar, también cuando salía del altillo, que si lo hacía era para
comer con su familia, apagaba las luces y se quedaba un instante observando, según
él por si se prendían solas.
Nosotros, sus amigos, no nos preocupábamos mucho por eso, era nuestro amigo y lo
queríamos tal y como era, si hablábamos del tema era en forma graciosa. Creo
que todos alguna vez conocimos a alguien con cosas raras, algún tic por
ejemplo, también teníamos con fer un amigo en común que no cruzaba a la vereda
de enfrente de su casa, Javier se llamaba, más de diez años que no pasaba por
la vereda de enfrente y si le preguntabas por qué, no sabía, decía que no
pensaba en eso, que lo hacía por instinto y sin ninguna razón aparente, cuando
llegaba a la cuadra cruzaba. Más de diez años sin ir por la vereda de enfrente,
eso no me preocupaba mucho, solo que a cualquiera le daría que pensar, Javier
mucho tampoco se preocupaba « un día de estos me cruzo y todo seguirá igual »
solía decir.
El invierno había pasado dejando mucho frío, tal vez
con las temperaturas más bajas de los últimos años, esto me favoreció
muchísimo, ya que tengo con mi padre una empresa textil y gracias al frío de
ese año vendimos muchísimo. Llegado el verano decidí alquilar una casa toda la
temporada, conociendo la fascinación que fer tenía por el mar, lo convencí para
que se viniera conmigo, me costó bastante pero como yo correría con todos los
gastos termino aceptando.
Los primeros días fueron los mejores, otros amigos
habían venido, y fer parecía otra persona, más parecido al de años atrás cuando
no estaba permanentemente encerrado. Más aún cuando estábamos en la playa, su ánimo
era hasta superior al mío, me sentí muy contento de haberlo traído, el mar lo hacía
sentir libre y lo demostraba.
No les contaría esta historia si todo fuese color de
rosas, el problema comenzó más o menos un mes después, nuestros otros amigos
regresaron a sus casas, pues debían volver a sus respectivos trabajos, fer y yo
estábamos solos, mi ánimo había descendido un poco, pero por el solo hecho de
estar de vacaciones y que días atrás, cuando mis otros amigos todavía no se
habían marchado, no teníamos respiro, dormíamos poco, después a la playa, luego
al baile y casi sin dormir al mar otra vez. Era hora de descansar un poco nos
quedaban muchos días aun y solo con fer decidí que era momento de
tranquilizarse.
Mi amigo ya no era el mismo que unos días atrás no
paraba de reírse, algo lo estaba atemorizando. El mar ya no lo ponía alegre
sino todo lo contrario, ahora estaba triste, recuerdo como empezó todo, un
atardecer frente al mar poco antes de que volvamos a la casa, mirábamos
hipnotizados como las olas rompían frente a nosotros, fer quebró el silencio y
me dijo:
--- todavía veo los caballos---
--- ¿ que dices ? pregunte sorprendido.
--- ¿no recuerdas? siempre que miro el mar veo cientos
de caballos, algunos con sus jinetes, otros con carruajes, enfurecidos guerreros
tratando de cruzar el océano, siempre me pareció hermoso lo que veía pero ahora
me causan temor, aunque no puedo dejar de mirarlos, cada vez lo soporto menos,
tengo miedo.---
De a poco comencé a recordar, cuando
éramos niños nuestros padres veraneaban
juntos y recuerdo que una vez me había comentado cuando estábamos en la playa,
lo que veía, los guerreros con sus espadas y sus arcos, montados a caballo,
blancos como la espuma, cayendo y subiendo junto a las olas, también cuando
veía una foto del mar estaban los jinetes del mar, esto era mas que extraño, el
mar podría causar un efecto óptico con el cual creaba estas imágenes ante los
ojos de mi amigo, pero ¿ como podría ocurrir esto en una foto ?
---Si, lo recuerdo, nunca pensé que esto te seguía
ocurriendo, creí que solo era una fantasía de tu niñez--- le conteste.
Sus ojos seguían clavados en el mar, de repente le
empezaron a suceder cosas, comenzó a temblar, luego empezó a girar su cabeza en
todas las direcciones, al mismo tiempo con sus manos se golpeaba como si algo
lo molestara.
----¿ que pasa fer, que te pasa? comencé a gritar.
----¡¡¡ los mosquitos, están por todas partes, salen
de la arena, ayúdame, me pican, me pican, ayúdame!!! Mientras pedía a gritos
que lo ayudara, lo puse de pie y lo saque de la playa, corrimos hasta la
avenida, en realidad el que corría era él, yo solo lo seguía. Una vez fuera de
la playa lo alcancé y le pregunte que sucedía
--- ¿ qué es lo que te ocurre, no hay ningún mosquito?
¿fer, fer? contéstame!!!.
Nunca me contesto porque cayó al suelo, traté de
hacerlo reaccionar pero no hubo caso; tenía la temperatura alta y su rostro
estaba lleno de picaduras, en ese momento pensé que se había lastimado con sus
propias manos. Pare un taxi justo cuando se largó una fuerte lluvia, lo subí
con la ayuda del chofer y nos llevo a la casa que había alquilado. Al llegar llamé a una ambulancia, pero tardo
casi dos horas en llegar. Fer seguía con fiebre cuando llegaron los enfermeros.
---¿ por estos lugares siempre son tan rápidos? me
queje
--- discúlpenos señor, solemos ser más rápidos, pero
hasta hace un rato caían granizos y nos resulto imposible llegar antes, el
tiempo está loco ahora hay pleno sol!!--- me contesto. Miro a fer que estaba
acostado en la cama y me pregunto que le había ocurrido.
--- en realidad no sé, estaba junto a él cuando de
repente se empezó a golpearse así mismo, diciendo que unos mosquitos lo
picaban---le respondí, creó que mucho no me creyó, aunque no me interesaba lo
que él pensaba, solo quería que me dijera que le ocurría a mi amigo.
Luego lo examino un poco, le aplicó una inyección para
que le bajara la temperatura, me dejó unos calmantes y me aconsejó que en
cuanto pudiera lo llevara al hospital. Le pagué al enfermero y se fue.
A la media hora ya estaba mejor, había bajado su calor
corporal, la picazón que tenía en su rostro desapareció casi misteriosamente,
por fin abrió los ojos.
---Estas bien? será mejor que te lleve a un
hospital--- me miró y contestó:
---Un hospital no servirá de nada--- hizo una pequeña
pausa y continuó--- sólo necesito ser libre, pero los hombre a caballo están
detrás de nosotros---
---te traeré un poco de agua--- dije y me dirigí a la
cocina
No había caso, necesitaba un hospital urgente, pero
siquiátrico. Comencé a lamentar el día que se me ocurrió traerlo de vacaciones.
No podía entender como haber estado tanto tiempo cerca del mar lo había
alterado de este modo.
Volví a la habitación, ahí estaba, asustado como nunca
lo había visto, « no debí sacarlo de su altillo» me dije. Nunca miraba un punto
fijo, giraba su cabeza constantemente, ni siquiera podía detenerse a mirarme un
segundo, tampoco me pregunto que le había ocurrido, simplemente estaba ahí,
alterado aparentemente por sus visiones en el mar. Me senté en la cama junto a
él.
--- Toma un poco de agua, te sentirás mejor---le dije
mientras le alcanzaba el vaso. Lo tomo con ambas manos y comenzó a beber, pero
enseguida escupió el agua.----¡Sangre!--- grito y arrojo el vaso. Después sobre
la cama empezó a retorcerse, se agarraba el estómago y gritaba del dolor---mi
estómago, mi estómago!!.---- Recuerdo que no pude sostenerlo, su fuerza era
abismal, me arrojo dos veces al piso. No tenía idea de lo que sucedía, fue
cuando cometí el peor error de todos. Corrí hacia la
cocina, tomé el teléfono, llame al hospital y trate de explicar lo que ocurría,
por suerte la ambulancia no se encontraba muy lejos y me comunicaron que pronto
llegarían. Fue cuando volví a la habitación que descubrí lo peor, parte del
marco de la puerta estaba ensangrentada, mi amigo yacía tirado detrás de la
puerta y una de sus muñecas sangraba con una herida que iba de lado a lado.
En ese momento entraron los enfermeros, que ingresaron
gracias a que había dejado la puerta abierta. Vendaron rápido su muñeca, le
aplicaron una inyección que lo adormecería por un par de horas y lo volvimos a
acostar en la cama.
---¿ por qué lo hiciste, que es lo que te sucede? le
pregunte mientras lo cubría con una manta
--- Así no entrara la peste, la peste!--- el calmante
causó efecto, cerro los ojos y durmió por horas.
El enfermero se acerco a mi.
--- tenemos otra urgencia, cerca de aquí, su amigo
dormirá por un par de horas, luego vendremos por él--- me dijo mientras se
retiraba.
---¡Oiga!, no puede irse, intento matarse y hasta hace
un rato tuvo un fuerte dolor de estómago como si tuviera una ulcera, debe
llevarle a un hospital.--- le dije mientras lo tomaba del brazo
--- No se preocupe, ya le dije que dormirá por un
largo rato, llegamos justo a tiempo y casi no perdió sangre, quédese tranquilo,
el problema de su amigo es mental, vigílelo bien hasta que regresemos. Si llega
a despertar y aun no hubiésemos llegado, vuelva a llamar al hospital para que
le manden otra ambulancia---- luego se soltó de mi mano y se marchó a paso
veloz. Dejarlo ir fue mi segundo error.
Me maldije una y otra vez por haberlo sacado de su
guarida, estaba agotado y no conseguía calmar mi mente, buscaba una respuesta
(que no iba a encontrar), algún punto que me explicara porque había comenzado
todo este desastre.
Lleve un sillón del comedor hasta la habitación, lo
coloque junto a la cama y me quede observando a Fernando. Todo sería distinto,
ya no podía ver a mi viejo amigo en su rostro. Creo que soñaba y pienso que
nada bueno, parecía aturdido sin dejar de mover su cabeza. Luego se
tranquilizo, al igual que a mí, el cansancio me estaba venciendo. A pesar de
los café que había tomado caí abatido, en realidad jamás un café me mantuvo
despierto ni prolongo el tiempo en caer dormido, así fue que de todos los
errores que cometí ese día, que nunca me perdonaré, es haberme dormido en el
sillón.
Desperté helado, temblando del frío, tenía los pies
mojados por la lluvia que nos atrapo antes de subir al taxi, me levante
dolorido de los pies al cuello, ---una ducha bien caliente me hará bien --- me
dije; fue cuando me dirigía hacia el baño que percibí el horror, ---
desapareció!!!--- grite. Lo busque por toda la casa pero no había señal de él.
Corrí a la terraza, el único lugar que me quedaba por mirar « se quiere tirar » pensé, otra vez
me equivoque ya que no había señal de él. Me acerque a la cornisa con esperanza
de verlo por la calle. A lo lejos divise un hombre con una bata blanca, como la
que los enfermeros le pusieron a mi amigo antes de acostarlo, tenía que ser él.
Caminaba por la arena, a un poco más de dos cuadras de la casa se encontraba un
playa, no era publica y estaba descuidada, nunca fuimos allí. Ahora Fernando
caminaba en sus frías arenas y se estaba internando en el mar.
Salí tan rápido como pude, en el instante que salía vi
llegar a la ambulancia. --- Ayúdenme, ayúdenme!!--- Grite varias veces mientras
corría hacia ellos--- está en la playa, se quiere ahogar!!!---.
---como ocurrió eso!--- grito enfurecido pero yo ya
estaba corriendo hacia la playa. El enfermero, subió a la ambulancia, hacia la
playa fue, paso a toda velocidad por al lado mío, seguí corriendo mientras veía
frenar la ambulancia en la arena y ver a los enfermeros correr al mar. No pude
ver más, la playa tenía una pequeña caída que no me permitía ver más hasta no
llegar a la arena.
Por fin llegue, estaba exhausto y sin aire, en cuanto
pude ver algo frena a respirar, me apoye en mis
rodillas para no caerme, levante mi vista y lo vi, sin duda era Fernando.
Caminaba mar adentro, lo extraño era que se había internado en el mar un trecho
bastante largo y sin embargo el agua no le
llegaba a las rodillas. Los enfermeros sin dejar de correr se quitaron
las alpargatas y se arrojaron al mar, uno de ellos antes de hacerlo, miró hacia
atrás, me vio y grito que trajera la camilla de la ambulancia. Nunca lo entendí
pero mientras los pobres hombres nadaban con un esfuerzo descomunal, mi amigo
seguía con el agua a la altura de los pies.
Tome la camilla, corrí a la orilla cuando descubrí
aliviado que a nado traían a fer, a salvo, él parecía desmayado, lo acostaron
en la camilla.--- ¿ trago agua ?--- pregunte impaciente « ni una gota »
respondió una de ellos. Ambos levantaron los extremos de la camilla, tomé a mi
amigo de la mano, estaba helado y temblaba mucho. Ha paso veloz fuimos a la
ambulancia, un enfermero y yo nos quedamos atrás con fer, él otro tomo las
riendas del carro, prendió la sirena y salimos patinando de la arena hacia el
hospital.
Porque, porque repetí una y otra vez sin dejar de
soltarle la mano, pareció escucharme, entre abrió los ojos, me miró y en su
cara había una expresión de felicidad como jamás le vi. Intentaba decir algo y
a pesar de la prohibición del enfermero, le quite el respirador.
---dime--- dije mientras acercaba mi oído a su boca
---Soy libre, los caballos se fueron--- hablo casi
susurrando y lento, hizo una pausa y hablo otra vez---cruzamos el mar, ellos
no, las aguas se cerraron y se ahogaron, somos libres, soy libre. Estoy feliz
ya no me oprimirán más, los jinetes del mar se fueron pare siempre!--- no habló
más, sonrió por última vez, mire al enfermero --- lo siento--- dijo.
Su rostro irradiaba felicidad y paz, le cerré los
ojos. Su cara de repente pareció avejentarse, al igual que sus manos, la cual
una aun sostenía, eran manos de un hombre que trabajo la tierra o que levantó
piedras durante años, hoy creo que solo fue una ilusión mía.
Ya pasaron tres meses del funeral que los pocos amigos
que tuvo y sus familiares le hicimos.
Estaba sentado frente a Javier, en su casa. Estuvimos
hablando largo rato, nos veíamos poco, por eso siempre había de que hablar. De
Fernando no hablamos, nunca lo hacíamos. Luego nos quedamos callados, ninguno
dijo nada, creo que él al igual que yo pensaba en nuestro viejo amigo. Después
rompió el silencio.
--- Lo voy a extrañar--- dijo mientras miraba perdido
algún sector de la casa.---Todos lo haremos--- respondí.
Me acompaño a la puerta---vuelve pronto, no te tomes
tanto tiempo--- decía mientras me abría la puerta
--- Nunca me voy, los amigo no tienen distancia--- nos
abrazamos y me fui. Cuando cerró la puerta me detuve. Mire la vereda de
enfrente, la cual Javier no la caminaba desde chico. Seguí inmóvil parado ahí,
con la vista fija sin mirar nada. Todo lo ocurrido estos últimos meses pasó
frente a mí en unos segundo, mientras pensaba percibía la soledad del lugar.
¿ Que encerraba fer en sus palabras, que había en el
pasado de su vida que lo mantenía preso? Tal vez pensamientos de vidas
anteriores, no lo sé. Siempre intente enterrar un doloroso pasado, en vez de
aceptarlo y entenderlo, creo que mucha gente lo hace.
« Si aprendiéramos de nuestro pasado; quizás así podríamos
cruzar a la vereda de enfrente » comencé a caminar, me alejé lentamente y ya
nunca más volví.